El Museo del río Magdalena asciende la montaña para dar a conocer, mediante un recorrido, la presencia y el protagonismo de las plazas de mercado, conocidas en la región caldense como GALERIAS, que, en una de sus tantas acepciones, nos hablan precisamente de lugares abiertos y luminosos, corredores para comunicar espacios y alojar tiendas o almacenes de cierta importancia.
La relación montaña-río es indiscutible e indispensable para comprender la configuración histórica, económica y político administrativa de nuestros territorios. El río Magdalena recorre el país en dirección sur-norte por más de 1.500 kms, constituyéndose en un eje vertical de obligada ocupación y conexión, dada su privilegiada condición de comunicación y navegabilidad. Conectar o morir pareció ser la ley que rigió por varios siglos el moldeamiento y desarrollo de la nación. Hoy sigue vigente esta ley, pero las autopistas de comunicación ahora navegan de manera virtual.
Las conexiones propiciadas por el río Magdalena, no solo estuvieron dadas por la navegación y comercio en la dirección señalada sur norte, sino que instauró una afanosa carrera para que los pueblos se conectaran de manera transversal. Todos los departamentos del valle interandino buscaron que el río los atravesara o llegara a sus fronteras: el Magdalena era LA GALERIA MAYOR, el lugar de la actividad económica o comercial, el movimiento de mercancías, el punto de llegada y partida de los productos de importación y exportación, el destino de los caminos, los trenes, los cables aéreos y allí, los champanes, los vapores, los aviones.
Manizales fundada tardíamente a mediados del siglo XIX, comprendió con rapidez e ingenio que dicha conexión era de vida o muerte y se conectó con prontitud con el río de múltiples maneras y con dos lugares: el histórico puerto de Honda y La Dorada. En esa convergencia entre los vectores vertical y transversal, se instauró una geografía que amarró río y montaña, erigiendo en cada punto plazas o galerías que posibilitó la circulación e intercambio de abundantes productos de las tierras altas, Manizales, Medellín o Bogotá con las tierras a orilla de río, Girardot, Honda, La Dorada, Puerto Berrío, Barrancabermeja, Puerto Wilches, para citar algunos ejemplos.
La exposición presenta en el recinto de la Universidad de Caldas, dicha convergencia y a manera de puntos luminosos, los mercados que tejieron esta geografía: Galerías que entraron al siglo XX con modernos edificios, manteniendo aún hoy, su jerarquía e importancia dentro de la gramática urbana. Son lugares potentes de encuentro, donde la vida es posible y los ciudadanos mediados por el intercambio y el consumo se constituyen como sujetos históricos y territoriales, gentes de río y montaña.
El juicioso trabajo del fotógrafo Roberto Lombana explora esta geografía y encuentra en las galerías, los puntos privilegiados de conexión, interpretados gracias a la técnica de ojo de pez, al punto de vista cenital y a la incansable búsqueda de una mirada que desea contemplarlo todo, un fotógrafo prometeo que le roba a los cielos el punto de vista, monopolio de los dioses.
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