El oficio de la alfarería es entonces, una hija del río, donde igualmente se encuentran los palos para alimentar el horno, las piedras semi-preciosas para bruñir la cerámica y el lugar por donde se transportó y comercializó por años la cerámica, las reconocidas e infaltables múcuras, las tinajas, las ollas de primera necesidad y un sin fin de objetos utilitarios.
Del río, de la Chamba, del Guamo, viene doña Carmen a contarnos su oficio con las manos, ha traído la arcilla para compartir y amasar con los asistentes. Con golpes percutivos inicia la domesticación del barro, la palma de su mano que da vida a la tierra negra de la Chamba y conecta con especial interés a los asistentes al taller. Doña Carmen insiste que es un oficio que se hace con amor y que la hace feliz.
La cerámica de la Chamba no se levanta con torno sino con moldes y rollos. Carmen ha cogido una piedra como guía. El público no resiste más y recibe con especial deseo la provisión que Carmen les entrega con generosidad a numerosas personas.
Los niños y las mujeres son los más interesados, también los pescadores y gente que ha venido de otros pueblos cercanos como Ambalema. La emoción de amasar, el miedo a untarse y embarrarse se pierde rápidamente y las personas siguen con atención las indicaciones de la alfarera. Ella ha dejado un modelo de elaboración mientras cuenta de su oficio e indica una por una las normas básicas del proceso creativo, repartir el polvo de arcilla para que la masa no se pegue, no echar demasiada agua, utilizar las herramientas sencillas pero precisas de la tuza de maíz, los retales de plásticos que ella llama elegantemente cucharas para alisar, las latas de guadua, el esfero hexagonal de marca Bic y dañado para las orejeras, las piedras gastadas de tanto uso que rematan cuidadosamente el borde, el engobe de barro color rojo para cubrirla.
El diálogo está dado y la memoria del hacer es transmitido a un grupo amplio de personas, hay alegría en el taller improvisado a las afueras del museo. Doña Carmen ha hablado con sus manos y su voz responde a las preguntas del anfitrión de Sabiendas y Subiendas, en este caso el encargado de esta actividad es el antropólogo Germán Ferro.
Las diferentes obras del público se presentan a la mesa donde está la profesora del barro y con amabilidad y con juicio estricto, indica los ajustes que cada obra requiere. Varios de los pescadores presentan sus obras de pescados en arcilla, siguiendo el estilo de la valiosa pieza de cerámica que Carmen ha presentado al taller y donado al museo. Termina la actividad con un pequeño concurso entre las obras realizadas y los comentarios de motivación dados por doña Carmen. Los otros miembros del colectivo de Sabiendas y Subiendas se han ocupado del registro sonoro, visual, de repartir los refrigerios dentro del público asistente y de la logística necesaria para la realización exitosa del taller de creación y conversatorio.
Sabiendas y Subiendas aprovechó la presencia del evento cultural “La Magdalena Fest” para participar como parte de las actividades del museo, entregando una jornada de saber hacer con la maestra Carmen Prada y el interés de dignificar un oficio, dando valor a una tradición para muchos desconocida a orillas del Magdalena.
Germán Ferro Medina
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